Lo de Noelia Núñez


La que se ha liado estos días con Noelia Núñez. Bueno, a estas alturas ya estarán todos ustedes enterados. Resulta que la diputada del Partido Popular ha dimitido de todos sus cargos porque ha mentido descaradamente en su curriculum. De hecho, había hasta tres versiones diferentes de sus curricula.  He leído en estos días que la izquierda la «investigaba» porque era mujer, joven y guapa... ¡pero qué tonterías! ¿Eso justifica el fondo del asunto, que ella haya engordado sus estudios y cargos porque sí? Que yo sepa también existen acusaciones de invención de títulos en el Partido Socialista, en cargos del Gobierno incluso, y muchos tienen una belleza... en fin, no del gusto de todos.

Me voy por los cerros de Úbeda, pero es que me pone de mal humor las formas de justificar lo que no es justificable. Que si es mujer, que si es guapa, que si es rubia... bueno, ¿y qué? En los comentarios de la noticia de su dimisión en ABC leí comentarios de gente diciendo que cómo se le ocurre, que cuando dimitan gente de los otros, que qué blanditos en el Partido Popular, que así la izquierda se ríe de «nosotros» (entiéndase aquí la derecha). Esa era la tesis también del PP de Madrid, según leí después en el mismo medio: «aguantar». Ah, y aguantar sobre todas las cosas porque el que había empezado a apuntar hacia Núñez era Óscar Puente. ¿Que sea un inepto, un chulo y tenga el dedo rápido para soltar sandeces en Tuiter resta importancia a la mentira de Núñez?

Aquí el problema para mí es otro mucho mayor: que alguien que aspira a presidir el gobierno de España se deje llevar y ponga en su equipo a gente cuyo único mérito a simple vista es que se maneja bien en redes sociales y que tiene muchos seguidores. ¿De qué chorrada estamos hablando? ¿Y sus estudios?, ¿qué sabe esta mujer sobre política, sobre economía, sobre leyes... no sé... sobre algo que la permita estar en el equipo que pretende llevarte a la Moncloa? Me parece increíble que estas cosas sigan pasando tan descaradamente sin que nadie repare precisamente en eso, en que pasen. ¿Por qué no se piden los títulos oficiales que alguien dice poseer, no digo cuando se inscribe en un partido político, sino cuando es elegido para un cargo para el que va a cobrar dinero de todos los españoles? A los funcionarios -y sí, yo estoy en ese gremio-, cuando aprobamos una oposición, tenemos que ir a la delegación correspondiente a entregar los originales o copias compulsadas de los títulos que decimos tener y que nos van a permitir desempeñar nuestro cargo. Esto mismo, ni más ni menos, es lo que debe hacerse con todo cargo político que vaya a cobrar del erario público. Nos evitaríamos estas sorpresas desagradables.

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