La televisión conectada parecía una buena idea


...pero, oh sorpresa, no lo es tanto, porque siempre hay unos pocos cuyo fin en la vida parece cargarse todo lo que funciona o pueda funcionar. Es lo que en el mundo anglosajón se denomina desde hace unos años «enshittification», o en la lengua de Cervantes, «mierdificación»: un producto tecnológico que comienza siendo maravilloso, pero que con los años se degrada hasta tal punto que solo es una caricatura de lo que fue en sus orígenes. Piensen en cualquier red social para comprenderlo: Facebook seguramente fue maravilloso en sus orígenes porque te ponía en contacto con tus amigos y conocidos, Instagram al principio era para hacer fotos de lo que comías y TikTok parece que al principio ofrecía contenido relevante para sus usuarios; pero la primera empezó a irse al traste cuando le interesaron más tus datos, la segunda y la tercera cuando pasaron de mostrarte las fotos y vídeos de tus amigos a ponerte continuamente las tonterías de gente desconocida y patrocinada.

Algo parecido ocurre ya con las televisiones conectadas, pero no hablo de que a tu televisor le puedas instalar Netflix, HBO Max o Disney, sino de lo que se conoce como HBBTV: la televisión híbrida, es decir, la televisión lineal que todos conocemos, pero que a la vez ofrece ciertos servicios a través de la conexión a internet permanente del televisor. Cada grupo integró en su momento su aplicación principal (el botón rojo de los canales de RTVE, que te lleva a RTVE Play; Atresplayer, Mediaset Infinity -antes MiTele-...), además de una plataforma conjunta que habían desarrollado estos grupos denominada LovesTV, en un juego de palabras en español e inglés, que permite acceder a los contenidos emitidos durante los últimos siete días, en un sistema muy parecido a lo que venían ofreciendo desde hace años Movistar, Vodafone y Orange. Todo parecía fantástico e idílico para el usuario, y al menos así lo fue durante los primeros meses.

Pero el idilio empezó a torcerse y las ansias de ganar más dinero de los operadores privados -Atresmedia y Mediaset- hizo que, aprovechando que el televisor estaba conectado, ¿por qué no darle al usuario aún más de la publicidad de la que ya reciben viendo el canal lineal? Y de esta manera, empezaron a insertar anuncios superpuestos en la emisión líneal de sus canales, de manera que, si bien al principio yo solo lo detecté durante las pausas publicitarias, después la publicidad llegó también durante la emisión de un programa o serie de televisión, tapándote la imagen total o parcialmente, como puede verse en la imagen superior que encabeza este artículo. Lo que me resulta más curioso de todo es que estas empresas venden a sus anunciantes que interrumpir lo que el espectador está viendo con un banner enorme es una buena idea, pero yo creo que causa más rechazo que otra cosa. Piénsenlo: cada vez más espectadores ven la televisión a la carta -sea de televisiones en abierto o en una plataforma privada-, pero todavía quedamos algunos a los que nos gusta ver algún programa concreto en la televisión lineal, o que por el formato que tiene, se presta más a verlo cuando se emite: no solo tenemos que comernos las pausas publicitarias que para estas empresas justifican lógicamente el gasto de la emisión del programa, sino que tenemos que aguantar que el programa que estamos viendo se vea interrumpido por un enorme banner sobre un producto que no tiene ningún interés. Cero.

El idilio con la televisión híbrida (HBBTV) terminó en mi casa hace ya unos meses, cuando harto de estas interrupciones y del abuso de los operadores de televisión, decidí desactivar el servicio. Para siempre. En todos los canales. Cierto es que mi televisor, un Sony BRAVIA espectacular que compré hace tres años por su calidad de imagen, me permite desactivar el servicio individualmente en cada canal, pero pensé: ¿para qué?, si quiero ver algo emitido, me voy a la aplicación de cada canal y listo; si es algo que sé que se va emitir, conecto un viejo pendrive a uno de los puertos USB del televisor, programo su grabación y cuando quiera verlo voy saltando los anuncios.

Y esta es la crónica de una muerte anunciada, de cómo lo que comenzó siendo un buen servicio acabará muriendo en España, dentro de esa mierdificación en la que siempre acaban cayendo las empresas que operan en internet. Solo hay que darse una vuelta por páginas y foros de televisión para ver cómo los usuarios hablan de que desactivan el servicio HBBTV en sus televisores para no ver estos anuncios. También puede que cada vez más usuarios tiendan más a comprar un monitor que un televisor para conectar un ordenador, un Chromecast o lo que sea, en lugar de una antena, sobre todo si las marcas que comercializan televisores tienen ideas tan locas como LG y su idea de «leer» las emociones de sus usuarios para ponerte publicidad acorde. Un clavo más en el ataúd de la televisión lineal y de la privacidad.

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