Saturación informativa

Lo del Puente de Carranza

Vista del puente de Carranza de Cádiz.

Oigo en la radio que, en cumplimiento de la Ley de Memoria Histórica, que dice algo como que nada puede llamarse con el nombre de gente relacionada con la dictadura franquista, el partido la coalición esa cosa llamada Sumar ha propuesto renombrar el puente de Carranza de Cádiz como puente de Rafael Alberti. Me parece bien que los puentes, calles, avenidas y demás lugar emblemáticos de las ciudades tengan el nombre de reconocidos literatos -y a Alberti hay que leerlo sí o sí; les recomiendo encarecidamente que lean La arboleda perdida-, sobre todo si son nuevas construcciones. El problema aquí es que renombrar algo que todo el mundo conoce con otro nombre va a salir mal. Siempre sale mal. De hecho, esta propuesta no solo no tiene consenso político, es que ni la viuda de Alberti -siempre algo polémica, todo hay que decirlo- quiere que el emblemático puente gaditano se llame así. Que sí, que hay una ley que dice que no hay que tener nombres franquistas en las calles y todo eso, que lo entiendo, y por supuesto empatizo con las víctimas del franquismo, pero las leyes son productos políticos -parezco Risto Mejide- y muchas veces las voluntades políticas, cuando quieren imponerse al deseo de los ciudadanos, salen mal; solo tienen que mirar los intentos del actual Gobierno por que el masculino genérico tenga poco uso y nadie en la calle les hace ni puñetero caso.

Un operario del Ayuntamiento de Córdoba volviendo a colocar el letro con el nombre de Plaza de Cañero, tras haberse llamado durante mes y medio Plaza de los derechos humanos.

En Córdoba pasó algo parecido hace unos años, estando de alcaldesa la inepta Isabel Ambrosio, quien tuvo la ocurrencia de cambiar el nombre a una plaza, la de Cañero, en uno de los barrios más grandes y populares, también llamado Cañero, por «Plaza de los Derechos Humanos». Durante el mes y poco que estuve así nadie le llamó de esta manera; todos nos seguíamos refiriendo a Cañero como Cañero, se pusiera como se pusiera Ambrosio y su alcaldía. Las crónicas de esos días recogen cómo los vecinos decían con cierta guasa que le pusieran «Kañero» para mantener el nombre porque de todas maneras ellos iban a seguir llamándole Cañero. Además del cambio de nombre de Cañero, también se renombró Cruz Conde y Conde Vallellano, entre otras. La mayoría de estos cambios se revirtieron poco más de un mes después, con el cambio de alcaldía (PSOE » PP) y en cumplimiento de una sentencia judicial en el caso de Cañero, porque no encontraron pruebas de que Antonio Cañero, cuyo apellido da nombre a la plaza y al barrio, tuviera nada que ver con ningún golpe militar. En el caso de las demás calles y avenidas cambiadas en los últimos coletazos del mandato socialista, el nuevo alcalde de Córdoba -y actual- optó por eliminar el nombre y mantener el apellido, que es como se conoce popularmente en Córdoba estos lugares: así, la avenida Conde Vallellano pasó a ser simplemente avenida Vallellano y la calle José Cruz Conde pasó a ser solo calle Cruz Conde. Un win-win de manual: cumple con la ley de Memoria Histórica al no hacer referencia a nadie en concreto porque solo utiliza un apellido y mantiene el nombre popular de las calles, sin echarte a la gente encima.

Curiosa fotografía donde la calle Cruz Conde de Córdoba aparece con parte de los dos nombres en el último cambio que tuvo en marzo de 2020: Cruz [Conde] y [Foro] Romano.

Volviendo a Cádiz, y sin ser yo gaditano, ¿cuánta gente, de los oriundos y de los que visitamos Cádiz de cuanto en cuanto llamamos a esto puente de José León de Carranza? ¿Cuántos nos referimos a él simplemente como puente de Carranza? ¿No sería más fácil renombrarlo, si se quiere, por puente de Carranza y ya está? Mantienes el nombre por el que todo el mundo lo conoce, no entras en polémicas absurdas -aunque de algo tienen que vivir los periodistas y los políticos al borde de la desaparición en el mes de agosto- y hasta la viuda de Alberti estaría contenta porque me parece significativo que ni ella quiera que al puente se le llame así por no hacerle la cama a los políticos. Al final se llamará oficialmente como el político de turno quiera, pero lo que es seguro es que la gente lo va a seguir llamando como siempre: puente de Carranza.

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